Otros aspectos del periodismo digital
8. Otros aspectos del periodismo digital
8.1 LOS NUEVOS MEDIOS Y LAS MINORÍAS (POR MIGUEL SÀRRIES Y JULIÁN MARCELO COCHO)
La emergencia de los nuevos medios bi-direccionales está constituyendo a menudo minorías de interesados en torno a una diversificación de especialidades de hecho. En cada una de ellas el Periodista Especializado y Técnico puede jugar un papel fundamental si sabe incorporarse a la nueva situación.En otra ponencia que presentan los mismos autores se describe un caso particular.
HACIA LA BIDERECCIONALIDAD
Aparentemente, la explosión de los nuevos medios sobre Internet y otros tele-soportes facilita que las minorías puedan expresarse mejor. Su bi-direccionalidad (es decir la facilidad para ser tanto receptor como emisor), debería dar mucha mayor facilidad -y por lo tanto mayor libertad de expresión- que la uni-direccionalidad de los medios clásicos (prensa, radio, televisión).
No se entrará aquí en consideraciones sobre las realidades de la libertad de prensa o sobre sus limitaciones jurídicas, fácticas y sistémicas. Es cierto que en cierta forma los nuevos medios han empezado a romper el oligopolio de los emisores frente a las masas receptoras, un oligopolio que se sigue apoyando en restricciones tecno-económicas tales como el reparto de frecuencias limitadas, masas críticas de inversión, etc. Pero no es menos cierto que, en sociedades tan ‘mediatizadas’ y tan poco hechas a la crítica como las nuestras, los medios clásicos, con una vox-propia revestida de vox-populi, de “seriedad”, e incluso de “cultura”, siguen jugando un papel de oráculos. La presencia global, masiva e indiscriminada –sobre todo la de los medios portadores de imagen dinámica- sustituye en general y para el general de las personas el acceso a otras fuentes de conocimiento más verificables, pero menos accesibles.
Según el filósofo Julián Marías, hoy “sólo es verdad lo que sale en los medios”. Puede que éstos sigan siendo portadores de las ‘libertades de expresión’ (‘libertades’ en plural para evitar la contradicción esencial de que “libertad” en singular puede imponer una concepción limitada). Pero desde luego no ofrecen libertades de ‘im-presión’ en el extremo comunicacional de los receptores, convertidos en una masa que aparentemente puede elegir (claro está que lo que permite la información que se recibe, la presión mediática e incluso los sondeos que nos condicionan por el temor subconsciente a la soledad social). La situación va adquiriendo en todo caso los síntomas de un pensamiento esclavizado.
Sobre este punto, en una reciente entrevista en la televisión, el noventa y cuatro nonagenario profesor JoséLuisSampedro hacia hincapié en que era tanto o más importante que la libertad de expresión, favorecer la libertad de pensamiento, entendida como educar para enseñar a pensar, evitando que nos colonicen el cerebro.
Para el psiquiatra José Cabrera, “Los gobiernos cambian a tenor de los medios, la opinión pública da los bandazos que la prensa quiere y busca entre las líneas de los periódicos, las ondas de la radio o las imágenes de la televisión la verdad, construyendo una imagen social ficticia que aunque no es la correcta al menos consuela”. Con el cinismo habitual que usa la profesión periodistica, se llega a decir y no sólo en tono de sorna: “voy a comprar el periódico para ver qué tengo que pensar hoy”. Y eso cuando se refieren a una prensa escrita tendencial que interesa a una parte selectiva de la población. Porque a la mayor parte de ésta se la parodia diciendo: “voy a enchufarme a la tele para no tener que pensar hoy”.
Al parecer, la situación empieza a cambiar. A diario cualquiera puede ver que, frente a los asiduos a la monodireccional ‘caja tonta’, con cada vez más telebasura al gusto de muchos adultos, aparecen los cambios en la cultura de los jóvenes a favor de instrumentos bidireccionales como Internet y el móvil que empiezan incluso a recogerse como tendencia sociológica. Por ejemplo, “Una encuesta entre jóvenes británicos refleja un cambio de hábitos frente al uso de la televisión, el ordenador o los dispositivos móviles” (lo que resultaría idéntico entre jóvenes de cualquier país): “La televisión ha dejado de ser el medio preferido por los jóvenes para entretenerse, según se desprende de un estudio de Ofcom, el organismo regulador del sector de las telecomunicaciones británico, que apunta que los jóvenes entre 16 y 24 años prefieren vivir sin televisión antes que sin teléfono móvil o Internet… Para los adolescentes de entre 2 y 15 años la televisión se queda en el segundo puesto en el listado de medios y dispositivos que más echarían de menos, empatada con Internet y ambos superados por el teléfono móvil” (Europa Press 20/04/2011).”
Esta tendencia, que aún preocupa a no pocos (puesto que la tachan de PCmanía y de adicción al móvil, (olvidando que va suplantando a la nefasta teleadicción), no deja de tener sus problemas cuando es meramente sustitutoria de lo unidireccional, por ejemplo en forma de telejuegos. Pero aún en el peor de los casos, implica una actividad casi bi-direccional, mental e incluso física, muy superior al simple apretar el botón y tumbarse en el sofá. Y en muchos más casos exige ciertas habilidades lingüísticas, como en la mensajería o en la búsqueda por Internet.
Incluso la aparición de ‘diarios’, ‘bitácoras’, ‘blogs’, ciertas redes sociales temáticas y ‘tutti cuanti’, más o menos personales o colectivos, cerrados o abiertos, está aumentando la posibilidad de expresión de opiniones, aficiones y en el fondo nucleaciones específicas que en no pocos casos de profundización se convierten en temáticas especializadas en las que aparecen los esfuerzos indagadores, banalizadores y vulgarizadores de muchos nuevos ‘expertos’. Wikipedia y similares serían otros casos paradigmáticos de esta nueva tendencia de una puesta en común tan voluntarista como ampliamente aceptada de este nuevo mundo mediático bi-direccional y cooperativo.
LOS PERIODISTAS ESPECIALIZADOS Y TECNICOS Y LAS MINORIAS
En la emergencia de esta especialización no profesional apunta un nuevo papel de los Periodistas Especializados y Técnicos, por una parte situados en la intersección entre la indagación y la comunicación y por otra el conocimiento sistemático profesional de la materia en cuestión. Un papel que no sólo es corrector de los excesos y defectos a-profesionales de los nuevos editores y de sus seguidores/contradictores, más evidentes cuanto más técnico sea el intercambio de mensajes; sino que sobre todo es un rol conductor de una mayor claridad y confianza en la especialidad, obtenida a base de la escucha permanente de lo que en ella se dice y de intervenciones resituadoras de las orientaciones y de los conocimientos que emergen.
El Periodista Especializado y Técnico puede aportar la calidad de la información especializada que a menudo se echa en falta en los nuevos medios que conjugan la recepción y la emisión.
Además el Periodista Especializado y Técnico también suele asumir la orientación estratégica de todo el cuerpo de doctrina y cultura que conoce profesionalmente, cuando obtiene un puesto de liderazgo (por ejemplo en la dirección o redacción de una revista de su sector). Claro está, con la condición de que siempre combine, de forma flexible y cooperativa, la fácil donación de los argumentos específicos que le permite su profesionalización sistematizada, junto a la escucha directa de las aportaciones de los expertos del sector que, aunque no sean ejercientes del periodismo, no por ello dejan de aportar a menudo una frescura tan inédita como creativa para relanzar la especialidad.
Con frecuencia la suma disjunta de especializaciones que los nuevos medios permiten, se traduce en la emergencia mediática de unas minorías de receptores que las estructuras mediáticas tradicionales ignoran por dos motivos: objetivamente por dirigirse hacia mayorías de audiencias compensatorias de costes; y subjetivamente por tener en consecuencia que conformarse a los gustos uniformizados mayoritarios (y en ciertos casos incluso a conformar dichos gustos).
En torno al Periodista Especializado y Técnico puede tomar conciencia la minoría que subyace a su especialidad y puede convertirse en garante de cierta supervivencia de la minoría, aunque sea simplemente su minoría receptora-lectora. No ha de seguir así la tendencia reductora del periodista de los medios tradicionales, que son generalistas per se.
Pero a veces dicha supervivencia no sólo es mediática, sino que también es vivencial, cuando la sociedad uniformizada convierte la incomprensión respecto a una minoría en un estigma que la aísla. O incluso cuando se convierte con harta frecuencia a las minorías más vulnerables en cabezas de turco de los condicionamientos irracionales masivos que ciertos extremismos atizan en provecho propio.
Un ejemplo de cómo la preparación del Periodista Especializado y Técnico sirve para combatir los estigmas sociales sería el del tratamiento de las informaciones relacionadas con las personas con enfermedades mentales que se desarrolla en otra ponencia que los mismos autores presentan a este CIPET.
LOS AUTORES
Julián Marcelo Cocho, doctor en ingeniería informática e ingeniería naval, ha dirigido hasta su jubilación en 2007 la investigación del Departamento de Organización de Empresas dela Universidad Politécnica de Valencia. Ha sido director fundador de Novática; director dela Asociación de Técnicos de Informática ATI; director de la revista Agora y de la agencia Ibipress del Buró Intergubernamental parala Informática IBI; así como Director del boletín Tecnimap del Ministerio de Administraciones Públicas.
Actualmente coordina la revista de Noticias Sindicales dela Federaciónvalenciana de Jubilados y Pensionistas de CCOO, así como el blog de ésta. También es consejero del Consejo Valenciano de Personas Mayores, adscrito ala Generalitat Valenciana.Enla Junta Directivade AIPET ocupa el cargo de Delegado para Valencia y Murcia.
Miguel Sarries Griñó, ingeniero industrial y licenciado en Informática. Como periodista ha sido director de la revista Agora y de la agencia de noticias Ibipress del Buró Intergubernamental parala Informática IBI; Director adjunto de la revista Novatica y responsable del Boletín dela Asociación de Técnicos de Informática (ATI); Autor del libro “La abolición de la esclavitud en España”. Actual Secreario del Capítulo español de AIPET y de AIPET Internacional, Coordinador del Grupo de Trabajo de Informática y Sociedad de la Asociación de Técnicos de Informática (ATI)
8.2 LOS PERIODISTAS ESPECIALIZADOS Y TÉCNICOS Y LOS ESTIGMAS SOCIALES (POR JULIÁN MARCELO Y MIGUEL SARRIES)
La ponencia ’Los nuevos medios y las minorías’ de los mismos autores termina con una reflexión que puede parecer exagerada sobre el papel central de los Periodistas Especializados y Técnicos en la percepción de la identidad de la minoría subyacente a su especialidad. El tratamiento periodístico de los trastornos mentales ofrece un ejemplo claro del seguidismo del periodismo generalista tradicional a un prejuicio social que los ‘aficionados’ no profesionales de los nuevos medios pueden incluso empeorar. La intervención profesional del Periodista Especializado y Técnico puede no sólo reconducir una situación injusta combatiendo el estigma social, sino generar un nuevo campo de cultura científica que propicie el desarrollo más amplio de los servicios sociales pertinentes.
PERIODISMO MINORITARIO
Los medios tradicionales no sólo emiten para grupos masivos, sino que tienden a conformarlos como tales. Los Periodistas Especializados y Técnicos trabajan de facto para grupos minoritarios que se salen de esa media masiva. La mayoría tiende a calificar positivamente los intereses específicos de unas minorías o a descalificar la supuesta “a-normalidad’ de otras, “supuesta” pues “una inmensísima mayoría, por no decir todos, se siente -siempre o en algunos momentos de su vida- apartado de esa normalidad que nadie sabe definir”, según afirma Iñaki Gabilondo en el prólogo de la “Guía de estilo sobre discapacidad para profesionales de los medios de comunicación de JoséLuis Fernández Iglesias (2006), un texto deontológico dirigido a los comunicadores de masas tradicionales para mejorar el tratamiento periodístico de esas minorías, que incluye desde ejemplos de titulares estigmatizadores hasta consejos para evitarlos.
En este mismo prólogo, Iñaki Gabilondo confiere a la economía el papel de referente para definir la normalidad: “Un ser humano pierde su normalidad cuando no es rentable o cuando es menos rentable. Porque aquí sí, en la economía, puede trazarse una media, un listón cuantificable. Y añadamos que, inmersos en la competición, todos marginamos a todos… Al tiempo que reclamamos más y más atenciones para los sectores más frágiles y para las personas en mayor grado de dificultad, es imprescindible que modifiquemos nuestra mirada sobre la normalidad.”
Lamentablemente, no hay más que observar titulares diarios para comprobar el poco efecto de los códigos deontológicos de autorregulación profesional. Véanse ejemplos recientes sobre enfermos mentales, una de las minorías más estigmatizadas históricamente pese a su presencia crónica en una de cada diez familias (e incluso a la experiencia episódica y circunstancial de algún problema psicológico más o menos reconocido en la mayoría de la población).
El 11/04/2011 un periódico titulaba, como siempre en la morbosa sección de ‘sucesos’: “El acusado de matar a su suegra niega los hechos y dice que padece una enfermedad mental: El procesado ha apuntado que, en la actualidad, se encuentra en tratamiento médico en la cárcel por una enfermedad mental -que su letrado ha denominado esquizofrenia paranoide- que, según ha dicho, provoca que oiga voces y no pueda dormir”.
Tras insinuar esta excusa leguleya, el día siguiente otro periódico seguía así la tan exitosa crónica: “El acusado de matar a su suegra niega los hechos: La defensa pide la libre absolución del joven por sufrir esquizofrenia, mientras que la Fiscalía solicita 20 años de prisión por asesinato”.
El periodista precisó en el titular del día siguiente que se trataba de una enfermedad, pero sin rectificación alguna por la insinuación anterior: “El acusado de matar a su suegra, enfermo mental:… los médicos forenses ratificaron el testimonio que el propio acusado ofreció en torno a su salud mental. El hombre sufre algún trastorno que puede ir desde la esquizofrenia paranoide hasta el trastorno bipolar”.
Tras esta mezcla de enfermedades que ningún médico haría, el periodista remató el ‘suceso’ el 15/04/2011 con el titular definitivo: “Culpable de matar a su suegra: El jurado popular considera probado que Raschid S. fue el asesino pese a la falta de pruebas mostrada por la Policía Judicial”. Para colmo de estigma social, el acusado, además, era marroquí.
Noticias semejantes a éstas pasan siempre a los titulares de la morbosa sección de ‘sucesos’: “Los forenses reconocen una esquizofrenia paranoide en el acusado de intentar matar a su cuñado”; “Las voces decían que matara a mis padres: Manuel fue apartado de su carrera militar por un ‘trastorno anómalo de personalidad’ y su esquizofrenia jamás recibió tratamiento”; “Un joven esquizofrénico mata a su padrastro en Sevilla tras asestarle dos puñaladas”; etc. Incluso algún periodista se permite recensiones: “La Comunitat registra cuatro crímenes de esquizofrénicos “Pensamiento desorganizado, delirio, alucinaciones, alteraciones afectivas y de conducta”; En la Comunitat Valenciana en lo que va de año se han registrado cuatro homicidios en los que los presuntos autores sufrían este problema mental……
Estas noticias están aderezadas con burdas explicaciones, tan falsas en lo técnico como en lo comprensivo. Porque ¿qué es lo que suele ignorarse?
a) Los síntomas de la esquizofrenia son muy variados, pero son siempre causa de angustia y desesperación, tanto en los enfermos como entre los familiares que los cuidan que además han de sufrir el que muchos medios prefieren el tratamiento morboso.
b) Los medios ignoran que la mayoría de las enfermedades mentales, incluída la esquizofrenia, pueden ser tratadas con éxito, lo que permite que los afectados puedan recuperarse y llevar vidas productivas satisfactorias. Sin embargo menos del 20% de las personas con problemas de salud mental logra trabajar debido a las barreras que crea el estigma que padece.
c) Nada es comparable al morbo periodístico de hablar de quien oye voces para asesinar y que anda suelto por la calle, sin pararse siquiera a comparar el ínfimo número de esas desgracias (fruto siempre de ausencia de tratamiento), por un lado, con la enorme cantidad de personas nada agresivas tratadas que conviven con alucinaciones inocuas; y por otro lado con el mucho mayor número de personas calificadas como normales, que agreden a sus parejas, inundan las carreteras con asesinas formas de conducir, pelean en las gradas por su equipo o pueblan las reyertas de las juergas nocturnas.
En cambio, se da menos relieve a noticias como que la Plataforma por la Defensa y mejora de la Salud Mental en Alicante lamenta la falta de recursos para las personas que sufren esquizofrenia y para sus familiares; cuando asegura que “la mitad de unidades de salud mental de adultos carecen de trabajador social. También se quejan de que las viviendas tuteladas ‘brillan por su ausencia’ y los centros de día, rehabilitación e inserción sociolaboral son insuficientes”.
La ONU ya se hizo eco del problema de las personas con discapacidades, con llamamiento a la ética periodística, al menos desde hace 30 años, cuando aprobó en 1982 su Programa de Acción Mundial para las Personas con Discapacidad, cuyo párrafo 149 dice textualmente: “Deben desarrollarse pautas, en consulta con las organizaciones de personas con discapacidad, para estimular a los medios de información a ofrecer una imagen comprensiva y exacta, así como una representación e informes ecuánimes, sobre las discapacidades y los sujetos de las mismas, en la radio, la televisión, el cine, la fotografía y la palabra impresa. Un elemento fundamental de tales pautas sería que las personas con discapacidad estuviesen en situación de presentar sus problemas al público por ellas mismas y sugerir la forma de resolverlos. Ha de estimularse la inclusión de información sobre la realidad de las discapacidades en los planes de estudio para la formación de periodistas”. Pautas que se repiten con insistencia en 1985 por la Liga Internacional de Asociaciones a favor de las Personas con Deficiencia Mental y en 2003 con el Año Europeo de las Personas con Discapacidad.
Últimamente las propias organizaciones de empleadores y empleados de los medios se han preocupado directamente de la cuestión al menos desde el Primer Encuentro sobre “Periodismo y Discapacidad” en 2004 con el llamado Manifiesto de Salamanca, apoyado en derechos y deberes gobernados por dos Derechos Constitucionales simétricos por un lado del discapacitado (al honor, intimidad y propia imagen) y por otro del periodista y su audiencia (a la libertad de expresión y a la información). El periodista debe equilibrar así en su trabajo diario el derecho a la información con el deber de veracidad; el derecho sobre la imagen y el deber de evitar daños gratuitos; el derecho al ejercicio de la comunicación social y el deber de dar accesibilidad a todos (incluidos los discapacitados); el derecho en fin a la autonomía profesional y el deber de respetarla.
Tales derechos y deberes, sujetos a traducción judicial en numerosos casos, intentan auto-regularse últimamente con el Manifiesto de Apoyo a las Personas con Discapacidad en los Medios de 2009 y sus conocidos 12 principios: aumentar el conocimiento social; mostrar una visión positiva; contemplar todas las facetas; facilitar información normalizadora; ofrecer menos compasión y más derechos; dejar hablar a los protagonistas, sobre todo a las mujeres; desmontar falsas creencias, mitos o prejuicios; alejar la enfermedad mental de la crónica de sucesos: romper el falso vínculo violencia-enfermedad mental; cuidar las ilustraciones ya que la mayoría de las enfermedades son invisibles; cuidar especialmente los contenidos sobre niños y jóvenes, que suelen acaban culpabilizando a éstos o a sus familiares del comportamiento que provoca la enfermedad; y en definitiva, cuidar el lenguaje y no etiquetar para no aumentar estigmas.
Estos 12 principios pueden resumirse en 3 grandes pautas:
- abordar la información desde un enfoque contextualizado y proporcionado;
- dar voz a las personas con discapacidad;
- evitar el lenguaje discriminatorio y estigmatizante.
Realmente sólo se han conseguido ciertas mejoras en el lenguaje, pese a tantos ejemplos negativos como los expuestos, que por otra parte son denunciables ante tribunales. Así que algo se ha conseguido en denominaciones ‘polítical correct’ para, al menos, no favorecer la estigmatización, no sustantivar la condición, disimular los nombres de los centros de atención (manicomio, asilo, etc.); o para evitar el uso de términos médicos en otros contextos (p.ej. tratar a un político de ‘esquizofrénico’). Pero casi nada se ha hecho para contar con la opinión de los afectados, mostrar sus logros y capacidades o para señalar la falta de recursos y el derecho a recibir una atención adecuada (derecho que parece tener que expresarse en forma reivindicativa como denuncia desesperada o bien partidista).
En el caso de las personas con enfermedades mentales, los Periodistas Especializados y Técnicos han participado con las principales asociaciones nacionales e internacionales de personas con enfermedad mental y familiares y expertos en salud mental para recopilar información en una Guía Internacional sobre la salud mental para los medios de comunicación, conocida con el nombre de “Lexicon”. Está diseñado para ser incorporado en las guías de estilo de los medios de comunicación para ayudar a acabar con el uso de términos que refuerzan los prejuicios públicos, la difusión de información inadecuada que crea un estigma que dificulta que las personas busquen ayuda, reduce el acceso al tratamiento y da lugar a la discriminación.
Pese a todo, el psiquiatra José Cabrera constata en su artículo sobre ‘La Salud Mental en los Medios de Comunicación’ que “sigue siendo ‘carnaza’ de noticiarios las agresiones de personas afectadas por la enfermedad mental con interrogantes siempre dolorosos: ‘¿por qué no estaba internado?; ¿cómo es posible que no estuviera controlado’?; ¿hasta cuándo van a suceder estos hechos con personas desequilibradas?; y así una larga lista de frases que aumentan el morbo, despiertan antiguas discriminaciones y demuestran tanto ignorancia como modos atávicos por parte de algunos sectores de los medios de comunicación. En pleno siglo XXI aún se piensa que las personas con trastornos mentales son peligrosas por sí mismas, que la mayoría de los crímenes llevan detrás un trastorno psíquico, o que no hay verdadera solución para este tipo de afecciones. Y es que no podemos superar una de las angustias más ancestrales del ser humano, el pánico a perder la razón, a disolvernos en el trastorno o a no poder controlar nuestra conducta. Y junto a estos miedos antiquísimos está la psicologización y psiquiatrización de cualquier conducta desviada: ‘¿Doctor, qué pudo pasar por la mente de este hombre -o mujer- para actuar así?’; o ‘Doctor, hay que estar verdaderamente loco para hacer lo que hizo,…¿verdad?’.
La ignorancia popular, que en otros tiempos achacaba toda ‘a-normalidad’ a un castigo divino o a una posesión demoníaca (a destruir), puede convertirla ahora en alguna forma de ‘enfermedad mental’ una explicación algo más benigna pero no menos estigmatizante, porque ”cada vez que alguna persona con un Trastorno Bipolar o un Trastorno Esquizofrénico atenta contra un familiar, un vecino, o un compañero, la noticia salta a las páginas principales, y todas las familias de España que tienen algún familiar con enfermedades semejantes sufren en silencio la injusticia del trato mediático, amén del impacto de la propia noticia en la persona afectada que suele entrar en una espiral de “miedo a hacer algo parecido”.
En definitiva y dentro de la empatía popular, para el psiquiatra José Cabrera ”la partida la están ganando discapacidades más cercanas al ciudadano (personas con déficit sensoriales, con dificultad para el movimiento, o con discapacidad psíquica), y todo ello porque seguimos teniendo miedo a lo desconocido, por la incertidumbre ante ese vecino que no sabes si ese día te saludará o no en el ascensor, o que te mira raro, o que tiene problemas para desarrollar una conversación ‘normal’… Los medios de comunicación no acaban de encontrar el justo camino para tratar todos los temas relativos a la Salud Mental y sus trastornos, ya sea por pura desinformación, por necesidad de añadir tensión para ganar audiencia o por falta de especialización entre los informadores que constantemente tienen que cubrir noticias de todo tipo y las tratan a todas con el mismo rasero ideológico.” Como puede verse, la enfermedad mental se ha convertido hoy en la ‘cenicienta’ más vulnerable en el conjunto de unas discapacidades en proceso más o menos firme de integración social.
CONCLUSIÓN: PERIODISTAS ESPECIALIZADOS Y TÉCNICOS Y LOS ESTIGMAS SOCIALES
La exposición anterior concierne a la deficiente actuación de profesionales mediáticos que, pese a todo, conocen pautas de actuación y los peligros incluso judiciales por no cumplirlas. Puede preverse el agravamiento de la información sobre minorías estigmatizadas con la creciente irrupción de no profesionales como transmisores en las redes sociales de los prejuicios sociales a ese respecto. El inmenso poder comunicacional de éstas en situación tan desculturalizada como la actual (y tan propensa al cultivo de irracionalismos manipuladores de las masas) puede reproducir, no sólo opiniones, sino persecuciones sociales mucho más virulentas de las que proliferaban en los años 30 del siglo pasado.
Los Periodistas Especializados y Técnicos que cumplan responsablemente con los derechos y deberes que les da su especialización y su tecnicidad, tienen en este terreno de la moderación en los nuevos medios un insustituible papel clarificador, el único que puede evitar los peligros de desintegrar aún más a las minorías perseguibles y que puede reincorporar a la sociedad la calidad potencial de sus diferencias.
LOS AUTORES
Julián Marcelo Cocho, doctor en ingeniería informática e ingeniería naval, ha dirigido hasta su jubilación en 2007 la investigación del Departamento de Organización de Empresas dela Universidad Politécnica de Valencia. Ha sido director fundador de Novática; director dela Asociación de Técnicos de Informática ATI; director de la revista Agora y de la agencia Ibipress del Buró Intergubernamental parala Informática IBI; así como Director del boletín Tecnimap del Ministerio de Administraciones Públicas.
Actualmente coordina la revista de Noticias Sindicales dela Federaciónvalenciana de Jubilados y Pensionistas de CCOO, así como el blog de ésta. También es consejero del Consejo Valenciano de Personas Mayores, adscrito ala Generalitat Valenciana.Enla Junta Directivade AIPET ocupa el cargo de Delegado para Valencia y Murcia.
Miguel Sarries Griñó, ingeniero industrial y licenciado en Informática. Como periodista ha sido director de la revista Agora y de la agencia de noticias Ibipress del Buró Intergubernamental parala Informática IBI; Director adjunto de la revista Novatica y responsable del Boletín dela Asociación de Técnicos de Informática (ATI); Autor del libro “La abolición de la esclavitud en España.
Actual Secretario del Capítulo español de AIPET y de AIPET Internacional. Coordinador de Grupo de trabajo de Informática y Sociedad de la Asociación de Técnicos de Informática (ATI)